EL SUEÑO JUEGA UN PAPEL ACTIVO EN LA
MEMORIZACIÓN
Desde
el año 1885, el filósofo alemán Herman Ebbinghaus había observado en sí mismo
el papel activo que jugaba el sueño en la consolidación del aprendizaje.
Interesándose en diferentes detalles del olvido de información había notado
algunos hechos incongruentes: 24 horas después del aprendizaje de una lista de
palabras, el olvido era menos severo que los detectados en más cortos períodos
de tiempo, él no llegó a comprender que era, precisamente el sueño quien había
venido a perturbar la “bella linealidad” de sus medidas favoreciendo la
memorización.
Sin
embargo hoy se sabe hasta qué punto es importante, incluso si aún no está
totalmente descrito. Según la teoría dominante, el hipocampo se aprovecharía de
la ausencia de estímulos para reactivar los recuerdos. “Al parecer la memoria
se acumula, en un primer momento en el hipocampo durante un tiempo máximo de
una quincena y que posteriormente transfiere esos datos hacia diferentes
regiones de la corteza” resume Daniel Choquet, director de investigaciones en
el CNRS. Este tratamiento nocturno participaría también a la consolidación
sináptica, especialmente durante la fase de sueño paradójico.
LA EXPERIENCIA DE LA LISTA DE SÍLABAS
A MEMORIZAR
La
primera experiencia significativa demostrando el impacto del sueño sobre la
eficacidad de la memorización fue proyectada por John Jenkins y Karl
Dallenbach, de la Cornel University. Dos alumnos (ignorando a qué tipo de
experiencia iban a ser sometidos) debían memorizar sílabas sin un sentido
particular.
Una
vez aprendidas, la lista era testada después de intervalos de vigilia y sueño
de 1h, 2h, 4h y 8h. La experiencia fue repetida a diferentes horas del día y de
la noche durante siete semanas consecutivas. Resultado: los estudiantes
recordaban alrededor de 2 veces más de
sílabas cuando dormían después del aprendizaje que cuando permanecían
despiertos todo el tiempo.
Más
recientemente, otros estudios han mostrado que la memorización es igualmente
reforzada cuando el cerebro es estimulado por ondas de la misma frecuencia que
aquellas observadas durante el sueño lento, validando también la hipótesis de
un rol activo del sueño en los procesos mnémicos.
Un
rol que explica igualmente en parte el porqué de que espaciamiento de los
aprendizajes favorece la memorización. Vale más estudiar 4 horas cada día dos
días que 8 horas seguidas el mismo día.
Para saber mas:
Jenkins, Dallenbach, Obliviscence During Sleep and Sakin,
The American Journal of physiology, 1924